sábado, 23 de febrero de 2013

VALORES ÚTILES


TEMA: VALORES ÚTILES                                              DURACIÓN:  4 CLASES
LOGRO: DETERMINARA CUANDO UN VALOR O UN SITUACIÓN ES ÚTIL O PRACTICA PARA LA VIDA DEL HOMBRE
INDICADOR DE LOGRO:
·         Diferencia entre utilidad, utilitarismo y pragmatismo
·         Establece ventajas y desventajas del utilitarismo y el pragmatismo


NOCIÓN DE UTILIDAD

Puede entenderse como útil aquello que sirve para  realizar alguna cosa; en este sentido lo útil es un instrumento para hacer algo. Sin embargo este concepto en un sentido más especifico significa todo aquello que sirve para satisfacer las necesidades o los deseos humanos:  por consiguiente pueden ser útiles no solamente las cosas sino también las acciones; serán  entonces útiles los alimentos, la comida, el vestido los libros, el estudio, el deporte, la ciencia.

Debido a la importancia desempeñada por lo útil en la economía algunos opinan que la utilidad es fundamentalmente un concepto económico y solo “secundariamente no económico” y de tal manera desempeña dentro de la ética un papel importante.

Alguno ha identificado lo útil con lo placentero.  Sin embargo, aun cuando un buen número de cosas útiles pueden producir placer o bienestar hay otras que sin producir placer son eminentemente útiles, por ejemplo una operación quirúrgica, los ejercicios de fisioterapia, el estudio de ciertas materias desagradables para el alumno, etc.


VALORES ÚTILES

Son valores derivados o propios que sirven para satisfacer las necesidades humanas. En la vida corriente se identifican con los bienes económicos sea porque satisfagan directamente las necesidades humanas  o sea porque se constituyan en el instrumento que sirve al hombre para producir algo.  a manera de ejemplo puede identificarse como valores útiles el de una fruta, una medicina, un bolígrafo, un libro, un pincel, una máquina para producir telas, etc.

En un sentido más amplio son valores útiles todas las acciones contribuyentes a un mayor  grado de bienestar humano. Por lo tanto la utilidad se convierte entonces en criterio ético o  sea en norma de conducta; apreciación que se conoce con el nombre de Ética Utilitarista.




EL UTILITARISMO Y LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD

Probablemente escuchó decir a un político que había aprobado una norma legal porque hacía el mayor bien para el mayor número de ciudadanos. Tal vez haya escuchado a alguien justificar sus acciones porque eran para el bien general. Esta apreciación tiene una  filosofía que está detrás de este tipo de acciones. La filosofía se conoce como utilitarismo. Si bien es una palabra larga, es de uso común a diario. Es la creencia de que la única norma de moral está determinada por su utilidad.

Los filósofos lo llaman un sistema "teleológico". La palabra griega telos significa 'fin' o 'meta'. Esto significa que este sistema ético determina la moral basándose en el resultado final. Mientras que la ética cristiana está basada en reglas, el utilitarismo está basado en resultados.

El utilitarismo comenzó con las filosofías de Jeremy Bentham (1748-1832) y John Stuart Mill (1806-1873). El utilitarismo obtiene su nombre de la pregunta de prueba de Bentham: "¿De qué sirve?". Él concibió la idea cuando se encontró con las palabras "la mayor felicidad para el mayor número" en Treatise of Government, de Joseph Priestly.

Jeremy Bentham desarrolló su sistema ético alrededor de la idea del placer. Se apoyó en el antiguo hedonismo que buscaba el placer físico y evitaba el dolor físico. Según Bentham, las acciones más morales son aquellas que maximizan el placer y minimizan el dolor. Esto ha sido denominado a veces "cálculo utilitario". Una acción sería moral si produce la mayor cantidad de placer y la menor cantidad de dolor.

John Stuart Mill modificó esta filosofía y la desarrolló aparte del fundamento hedonista de Bentham. Mill usó el mismo cálculo utilitario, pero en cambio se centró en maximizar la felicidad general calculando el mayor bien para el mayor número. Mientras Bentham usó el cálculo en un sentido cuantitativo, Mill lo usó en un sentido cualitativo. Él creía, por ejemplo, que algunos placeres eran de una calidad superior a otros.


EL UTILITARISMO Y LA LÓGICA DE LOS COMPORTAMIENTOS

Yo le prometí a un moribundo en una isla desierta —de la cual poco tiempo después sólo yo fui rescatado— donar su reserva de oro al Jockey Club. Faltando a mi promesa, a mi regreso lo dono a un hospital suburbano que necesita con urgencia de los fondos para adquirir una nueva máquina de rayos x ¿Podría alguien criticarme por no hacer lo correcto, sin que se vea expuesto a la acusación de “insensible”?

Aunque no se trata sino de un desafío imaginario propuesto por el filósofo J. C. Smart, esta encrucijada ética intenta mostrarnos que la frontera entre lo correcto y lo incorrecto parece a veces desdibujarse. Demás está decir que no todas las elecciones ante la alternativa de dejar contento a uno o a muchos son de vida o muerte. Pero casi todo el tiempo, sin darnos cuenta, tomamos decisiones donde se juegan valores en conflicto. Y cuando decidimos, muchas veces lo hacemos con vistas a las consecuencias.

Cuando deliberamos con el fin de decidir qué curso de acción seguir, habitualmente evaluamos cuál es aquella alternativa de la que se van a derivar las mejores consecuencias. Si se es consecuencialista, uno mira más hacia adelante que hacia atrás: lo Importante no es lo ocurrido en el pasado, sino lo que podría ocurrir en el futuro como consecuencia de nuestros actos. Y los conceptos básicos a emplear son los de “bueno” y “malo”, en lugar de los de “correcto” o “incorrecto” porque, a juicio de los consecuencialistas, para juzgar si un acto es correcto o incorrecto se debe anticipar si dará lugar a consecuencias buenas o malas. El agente, entonces, deber llevar a cabo aquella acción que, entre las alternativas disponibles, produzca el mayor número de consecuencias positivas (y correlativamente, el menor número de consecuencias negativas) para todos los afectados por esa acción. Si se aprueba o desaprueba una acción según si aumenta o disminuye la felicidad de aquellos cuyos intereses se hallan en juego en esa acción, entonces el único fin deseable de una acción es promover la felicidad, acrecentando el placer y evitando el dolor.

La forma más conocida de Consecuencialismo es el Utilitarismo clásico desarrollado a fines del siglo XVIII por Jeremy Bentham (1748-1832) y popularizado en el siglo XIX por John Stuart MIII (1806-1873). En líneas generales, su piedra de toque, el principio utilitarista, afirma que el acto moral es aquel que contribuye a producir la máxima utilidad con vistas al bienestar general. El hecho de que la teoría haya surgido hace tanto tiempo atrás, no significa que sea obsoleta o que despierte un interés meramente histórico: cuando se decide entre políticas públicas tales como fundar una nueva universidad o lanzar un programa para erradicar el analfabetismo, se juegan razones utilitaristas. También cuando en un municipio se ha de decidir entre adquirir un aparato de alta complejidad o lanzar un plan de vacunación en atención primaria de la salud, entre otros factores se atiende al bien común. Incluso cuando postergamos una romántica cena en un restaurante de cinco tenedores y terminamos invitando a los compañeros de la oficina, nuestros resortes morales pueden ser utilitaristas. Porque lo cierto es que, desde el sentido común, cuando evaluamos un determinado acto solemos pensar, entre otros factores, en sus consecuencias y, en particular, en su utilidad. Pese a que el Utilitarismo clásico guía muchas de nuestras acciones, no goza de buena prensa: se suele emplear el término “utilitarista” con cierto matiz marcadamente despectivo que suena casi como una acusación (“eres un utilitarista”), cuando en verdad, lejos de descalificar a alguien de ser un frío calculador o de “materialista”, el Utilitarismo, en la medida en que atiende a la felicidad general, exige sacrificar los intereses o deseos personales en aras de la humanidad. Paradójicamente ese es uno de sus problemas, nos pide demasiado: porque distante de un egoísmo descarnado, declara que la felicidad de cada uno no es ni más ni menos importante que la de cualquier otro, razón por la cual se debe promover el bien como tal, en lugar del bien para tal o cual agente. Confiriéndole entonces a la imparcialidad un lugar central, Bentham declaró que “cada uno cuenta como uno y nadie como más que uno”, con lo que quiso decir que la felicidad de un pobre diablo cuenta tanto como la de un príncipe. Puesto que persiguió promover el mayor número de consecuencias positivas o el menor número de consecuencias negativas, el Utilitarismo clásico apeló entonces a una especie de cálculo de felicidad: sostuvo que una acción es correcta si, comparada con las alternativas disponibles, produce una felicidad neta que resulta de sumar todo el placer o felicidad producida por la acción, de la cual a su vez se debe restar todo el dolor o miseria causados por dicha acción. Demás está decir cuántas veces ni podemos soñar con acrecentar la felicidad general y debemos contentarnos con apenas reducir la miseria. En circunstancias aciagas, la acción correcta debe ser entendida como aquella de la que resultará menor miseria en comparación con la que resulta de cualquier otra acción alternativa posible. Pese a ser impulsada por las mejores intenciones, esta ecuación de placeres y dolores, de felicidad y miseria, fue prontamente vilipendiada.


ACTIVIDADES EN CLASE

1.    Imaginemos un par de escenarios que ilustran estas cuestiones. En el primero, Alberto es un cirujano plástico especializado en reparar defectos de nacimiento. Vive en una región donde no hay ningún otro profesional de su nivel, razón por la cual trabaja muchas horas en el hospital, incluso durante los fines de semana. Alberto tiene dos hijos. Y pese a ser un buen padre y a que sus hijos intentan compartir más tiempo con él, apenas si los ve. Por cierto, Alberto vive atormentado por esta disyuntiva. ¿Qué le aconsejaría un utilitarista “a rajatablas” a Alberto?
Rta/ Que Alberto debería maximizar la satisfacción de las preferencias de todos aquellos afectados por su prolongada jornada laboral: si pasase menos tiempo en su trabajo, cientos de chicos no obtendrían lo que más desean en su vida —la reparación de sus defectos de nacimiento gracias a la cirugía plástica que sólo Alberto es capaz de llevar a buen puerto—.

a.    Esta de acuerdo con este consejo? Justificar la respuesta
b.    En contrapartida, si Alberto continuara consagrando su vida a su trabajo, son sus propios hijos quienes serían relegados en su deseo de compartir más momentos con su padre. En esa disyuntiva, el principio utilitarista dictamina que Alberto debe continuar con su ritmo de trabajo porque más preferencias serán satisfechas (las del sinnúmero de chicos en lugar de las contadas preferencias de su par de hijos). Pero esta respuesta choca con el sentido común. ¿Parece entonces que, haga lo que haga, siempre estará haciendo lo incorrecto y nunca lo que debería estar haciendo.? Justifica la respuesta
c.    El problema de Alberto es la dificultad de cumplir con la responsabilidad que imponen los roles parentales y familiares en general. ¿Acaso no tiene la obligación moral de cuidar los intereses de sus hijos por sobre los de sus pacientes?
d.    Pero si favorece los deseos de su familia ¿en ese caso no está faltando a sus obligaciones profesionales?
e.    Si la imparcialidad ha sido uno de los pilares de la ética (‘haz el bien sin mirar a quién’), ¿acaso no colisionan las obligaciones parentales de Alberto con la obligación de Imparcialidad?

2.    Vayamos hacia otro escenario: Mariela cuida de su tío anciano, quien unos años antes legó su fortuna a una fundación benéfica para que, en un futuro, fuera destinada a financiar investigaciones oncológicas que podrían alentar el descubrimiento de una cura para el cáncer infantil. Un buen día, el anciano tío cambia súbitamente de parecer y decide que, en lugar de destinar su fortuna a esas obras benéficas, lo legará a una sociedad dedicada a fomentar la caza submarina entre su centenar de miembros. Y raudamente solicita una entrevista con el escribano con el propósito de modificar su testamento. Mariela está desesperada, pero la suerte viene en su auxilio. Resulta que a veces el anciano tío olvida tomar sus medicamentos y otras tantas Mariela debe impedir que su confundido pariente ingiera una sobredosis. En la víspera de la visita al escribano, Mariela advierte que su anciano tío está a punto de tomar, por error, una dosis adicional de la medicación Indicada. Mariela sabe que esa sobredosis será fatal. Como también sabe que si su anciano tío muere esa noche, su dinero irá a parar a la fundación consagrada a la cura del cáncer y las vidas de muchos niños podrán ser salvadas.

a.    ¿Qué debe hacer Mariela, de acuerdo con el principio utilitarista? Sin lugar a dudas, más preferencias serán satisfechas si ella deja que su tío tome la dosis extra del medicamento. Con su silencio, Mariela evita que su tío modifique su testamento. Con su silencio, Mariela ayuda a que miles de niños enfermos se beneficien con el legado. Estás de acuerdo con este planteamiento? Porque?
b.    ¿es este acto el correcto? ¿No sería injusto que su tío ingiriera una sobredosis por accidente, cuando otros ancianos —cuyas muertes no beneficiarían a nadie— recibirían un trato diferente, simplemente porque se les impediría ingerir esa sobredosis?
c.    ¿Acaso no debería tratar a su tío con justicia, aun cuando en ese caso no se cumplieran las preferencias de los niños?

TRABAJO EXTRA CLASE

1.    Para Jeremy Bentham la felicidad humana está en relación directa con el aumento de placer y disminución del dolor, en otras palabras la felicidad puede adquirirse y determinarse cuantitativamente.  Qué significado tiene la anterior afirmación.
2.    James Mill afirma que  la felicidad del hombre se enfatiza en las afecciones humanas por su carácter cualitativo, es decir, no es la cantidad de placer sino su calidad la que importa.   Esta de acuerdo con esta afirmación.  Porque?

1.    Ampliar el concepto de pragmatismo desde el punto de vista filosófico y su relación con la ética
Hacer una crítica propia al utilitarismo en la ética, evaluar las ventajas 

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